“Hacer el amor llorando”

Hacer el amor llorando
para calmarle la agitación al viento
para contrarrestar la soledad de la metáfora
y perderse en el misterio del placer adolorido
hacer el amor llorando
como una invocación de gemidos salados
un petitorio hacia los dioses
del movimiento del cuerpo y la retina
hacer el amor llorando
porque la desgracia no viene sola
porque nuestras fuerzas
devienen de un misterio indescifrable
como los pedazos de mar
que nos crecen en el cuerpo
hacer el amor llorando
para lavarle la cara a la desdicha
para olvidar los designios del mal tiempo
para limpiar la tierra de sus tristezas
hacer el amor llorando
porque resistirse a llorar y a hacer el amor
es un sacrilegio que no podemos permitirnos
como buenos descendientes
de la muerte y del cuchillo
hacer el amor llorando
porque necesitamos llorar
y necesitamos hacer el amor.