Nestora Salgado
Nació en medio de las altas montañas
y le fue asignado un jaguar como guardián.
Con sus manos cultivó un valle de flores para las
mariposas
y con las alas de lepidópteros se vistió de colores.
Antes de dar un paso
bebió de las raíces del linaloe,
árbol de suave perfume que inundó sus palabras
de una dulzura única hasta convertirlas en libres y
rebeldes.
Ella, como muchas mujeres de estas tierras,
pudo haber nacido decenas de veces, lo cual
poco importa porque bastó con crecer un poco
para poder mirar desde cientos de ojos.
Bastó extender sus alas para regresar a sus árboles
casi decaídos,
donde su ombligo comenzaba a enraizar sobre las
cajitas de colores.
Regresó y se dio cuenta que su pueblo había cambiado.
Era aún habitado por personas pero dirigido
por perros y coyotes hambrientos
quienes regían al pueblo a punta de amenazas y colmillos.
Ella, con su nahual de jaguar,
invitó al pueblo a desnudar a esos cánidos
para ver qué escondían entre sus colas largas y
mugrientas.
El pueblo la escuchó y la siguió.
Pero un día, con la ayuda de las ratas de corbata,
estos mamíferos robaron a la guía y la llevaron
muy lejos
para no ser defendida por el mismo pueblo,
porque por estos lugares
ser un buen guía es sinónimo de ser alguien
incómodo.
La guía fue robada y le pintaron con mentiras
su semblante.
La trataron como a una perra por defender
a su gente.
Le quisieron enterrar su nombre con excremento
político
como el de la señora Wallace, Riveros y otras más.
La dejaron tras las rejas, firmada
por una constitución obsoleta que sólo beneficia
a las ratas que viven bajo las alcantarillas de San
Lázaro.
A pesar de ello, sus alas siguen completas,
aún no han perdido el color natural.
Sus palabras aún rugen como hojas al viento,
corren como venados bajo la sombra de las
montañas,
corren como ecos sobre ríos de calles.
Algunas de ellas se han convertido
en pájaros creadores de nuevos cantos.
Otras se ven reflejadas en la piel de las cajas
mágicas
donde se guardan secretos ancestrales
como el de ser un ave de verdad
y volar, volar y volar a lo infinito.
Translated from the Atzacoaloya Nahuatl by the author
Notes:
Audio version performed by the author
Read the Atzacoaloya Nahuatl-language version by Martín Tonalmeyotl, “Nestora Salgado,” and the English-language translation by Whitney DeVos, “Nestora Salgado.”
Source: Poetry (September 2022)